La Isla de Sacrificios estuvo habitada desde la época prehispánica por totonacas y olmecas. En 1518, el español Juan de Grijalva exploró el Golfo de México y descubrió una pequeña isla a la que bautizó con el nombre de Sacrificios al encontrar en ella cuerpos indígenas con claros rasgos de sacrificios hechos en ofrenda a sus dioses.
Con los conquistadores el sitio perdió su población indígena y al pasar el tiempo, el lugar sólo contaba con algunos vigías y unas cuantas chozas, lo que propició que se convirtiera en refugio de piratas. La isla permaneció en poder español hasta 1825 y actualmente existen guías que se ofrecen a llevarlo en bote a rodear esta isla y contar sus historias, pues por disposición oficial, está prohibido desembarcar en ella.
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